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El diamante del viajero

Y la fuente de la verdadera riqueza

Un
caminante había  llegado a las afueras de la aldea y acampó

bajo un árbol para pasar la noche.

De
pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:


¡La Piedra! ¡La Piedra! ¡Dame la piedra preciosa!


¿Qué piedra?-  preguntó el caminante. No sabía de que le hablaba aquel hombre.


La otra noche se me apareció alguien en el sueño – dijo el aldeano – y me
aseguró que si venía al anochecer, a las afueras de la aldea, encontraría a un
caminante que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre. El
caminante buscó en su bolsa y extrajo una piedra


Probablemente se refería a esta – dijo mientras entregaba la piedra al aldeano.

La
encontré en un sendero del bosque hace unos días. Puedes quedarte con ella.

El
hombre se quedó mirando la piedra con asombro.


¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como
la mano del hombre.


Tomó el diamante y se marchó corriendo
.

Pasó la noche dando vueltas en la cama, incapaz de dormir y temeroso de que le
robaran.

Al
d
ía
siguiente, al amanecer, fue a despertar al caminante y le dijo:


¡Dame la riqueza!!


¿A que riqueza te refieres? Ayer te entregué la piedra.


La riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.