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Los cinco principios básicos en la decoración de un jardín

Si está pensando en construir o renovar su jardín, no debe perder de vista aquello que los expertos denominan como “los cinco principios básicos en la decoración de un jardín”. Aquí, una guía para conocerlos y comprenderlos

Matrimonio y finanzas, una relación complicada

 

Todos los buenos
diseños de
jardines
, comparten ciertos principios básicos, sean estos ecológicos,
arquitectónicos, de diseño, o de cualquier otro tipo. Estos fundamentos, son
necesarios de ser considerarlos con sus respectivas interrelaciones.


En este artículo, le presentaremos lo que una gran cantidad de jardineros, diseñadores,
y arquitectos, consideran como “Los
cinco principios básicos en la decoración de un jardín

1-
La simpleza.

2-
La armonía y la unidad

3-
El equilibrio

4- La proporción y la escala

5-
El Interés

1-
La simpleza.

 La simplicidad es un
elemento importantísimo para el jardín, sobre todo si el espacio es algo
reducido o limitado. Es muy cierto que, en la medida de lo posible, lo óptimo
sería incorporar algunos elementos “sorpresa”, pero si el jardín posee una
superficie pequeña, solo se lograra recargarlo excesivamente.

 La simplicidad debería
ser el fundamento de todo el proyecto, partiendo desde el plan general hasta la
más pequeña elección sobre los materiales y las plantas.

 Los proyectos
complicados, quitan serenidad a la atmósfera, y obstaculizan el panorama
visual. Por otra parte, podrían hacer parecer aún más pequeño cualquier jardín
con medidas reducidas.

2-
La armonía y la unidad

Estos dos conceptos pueden ser
lo mas difíciles de lograr en el diseño de un jardín. En el caso de la armonía,
es necesario destacar que ésta, al igual que la belleza, es muy subjetiva, por
lo que depende mucho de la visión de quien planifique.

 De cualquier forma, en
un sentido macro, es posible alcanzar una unidad y una armonía entre los
diferentes elementos y grupos de plantas que conforman el jardín, así como
entre el mismo jardín y todo su entorno arquitectónico.

 Si, por ejemplo, se diseña
un jardín como extensión de una casa ya construida, o justamente al revés, se
puede lograr la sensación de que, tanto la casa como el jardín, fueron diseñados
juntos.

Esta armonía y unidad arquitectónica se puede alcanzar mediante la
elección de materiales comunes en forma, color o textura dentro de ambos diseños.
Así, tanto la casa como el jardín serán un sistema cohesionado.

 Con respecto a la
plantación, los colores que armonizan son aquellos uniformes, por lo que se
deben elegir plantas que no posean tonos que contrasten entre sí. Cierto es que
algunos contrastes son muy buenos, pero cuando se transforman en una sucesión
de golpes visuales, pierden su encanto y solo le dan un aspecto desprolijo al
jardín.

3-
El equilibrio

 En cualquier pueblo o
ciudad, es muy fácil encontrar jardines desequilibrados, tanto desde el punto
de vista de la estructura, como desde el color.

Al igual que un artista que
planifica un cuadro y empieza basándose en el equilibrio de todos sus
elementos, un buen jardinero nunca daría énfasis a un sólo lado del jardín
sin tener en cuenta el otro extremo. Y es que de hecho, planificar un jardín no
es más que pintar un cuadro tridimensional.

 Cuando de mantener el
equilibrio se trata, los jardines que poseen una pendiente que atraviesa el
centro de la vista principal, son especialmente difíciles de diseñar, ya que
los rasgos del sector más elevado siempre dominarán los del lado más bajo.

Por lo tanto, es fundamental que las características del sector más bajo
tengan un impacto más alto, con el objetivo de alcanzar un mejor equilibrio. 

Otro elemento muy importante,
es el equilibrio de los tonos. Lo ideal es evitar los colores muy cargados o
brillantes en el extremo más lejano a la vista. Dichos colores “achicarían”
el jardín, y pueden llegar a desequilibrar con los tonos pastel utilizados en
el centro del jardín, o cerca de la casa.

 Generalmente, el
equilibrio óptimo se logra cuando los colores se degradan y enfrían a medida
que se alejan, hasta llegar a una preeminencia de blancos y suaves.

4- La proporción y la escala

 Todos los elementos
horizontales y verticales que compongan un jardín, deben guardar una
determinada proporción con su tamaño total. Es muy común encontrar enormes
sauces que dominan todo el espectro, casa incluida. Este es un claro ejemplo de
una mala proporción.

 En la medida en que la
superficie o el espacio lo permitan, las áreas de construcción, y las unidades
que las rodeen, deben guardar una determinada proporción con el tamaño o
altura de la casa con la que se asocian.

Por ejemplo, un jardín muy amplio detrás
de una casa alta, se vería muy apropiado y en buena escala, pero, para la misma
construcción, un jardín o un sendero estrecho darán una apariencia ridícula,
mezquina, y mal proporcionada.

Las diferentes geometrías de los espacios
influyen en toda la atmósfera del jardín. Por ejemplo, los cuadrados o los círculos
son formas que no estimulan el movimiento, por lo que incitan al descanso y la
relajación. Si se opta por los rectángulos o los óvalos, debe saber que
estos estimulan los movimientos lentos o pausados, con lo que se puede
contemplar mejor al jardín.

Claro está que deberá contar
con elementos verticales que rodeen y ayuden a delinear estas formas, como los
arbustos, los setos, los muros, etc. Todos estos elementos también deberán
estar en escala y en armonía.

Para esto, debe saber que un entorno demasiado
apegado al suelo da al jardín una sensación de chatura y de poco vuelo,
mientras que uno demasiado alto puede encerrar y oprimir.

Por supuesto que las plantas
también deberían estar en equilibrio y proporción entre sí mismas. Lo ideal,
sería no colocar a las más altas enfrente de las mas pequeñas, ya que las
pueden oscurecer.

 En tanto, los tamaños
de los árboles deberían poseer una cierta proporción entre sí mismos, con el
lugar, y con las casas adyacentes, para que no se superpongan unos con otros, no
creen demasiada sombra, y no den una sensación de claustrofobia. 

Los arbustos circulares son
buenos para recrear un ámbito de reposo dentro del jardín. No obstante, es
algo difícil mantener sus bordes bien prolijos, aunque esto puede resolverse
con un "canto de segado" de ladrillos, colocado junto al arbusto, y
ligeramente debajo del nivel de la planta. De esta forma, la cortadora puede
pasar por encima del mismo, sin que éste sufra daños. 

5-
El Interés

Si su jardín ha logrado
combinar todos los elementos anteriores, pero usted no ha podido otorgarle una cierta particularidad e interés al
mismo, no tendrá un jardín logrado. Existen muchas variantes para darle
“vida propia” a los jardines.

Algunos de ellos incorporan una unidad temática,
o bien comprenden una serie de pequeños jardines encadenados entre sí, cada
uno de ellos con un carácter o tema diferente, de modo tal que el visitante
desee trasladarse de un sector a otro. Esto, provoca mucho interés y crea una
sensación de exploración.

Si bien es cierto que estas
ideas sólo son más factibles de llevar a cabo en los jardines más grandes,
también es posible darles interés a los jardines más chicos. Lo fundamental,
es que se asegure de que exista un punto de atracción, que podría ser una
escultura, una fuente, o una determinada colección de plantas extrañas.

En lo posible, evite que el
jardín pueda abarcarse por completo de un primer vistazo. Incluso el más pequeño
de los jardines puede tener algo en reserva, oculto, misterioso, y que desee ser
visitado.

En efecto, el factor sorpresa es el
principal secreto de un diseño interesante. Es posible que sea difícil de
lograr en un jardín pequeño, pero siempre se debe intentar incluir alguna
determinada característica como punto focal.