Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Cabo de calabaza

El 14 de julio por la mañana, cargados de varios bolsos tomamos el taxi. Iba mirando por la ventanilla y cada persona que veía era testimonio de un parto; eso me alentaba: todos nacemos alguna vez…

Enorme y desnuda me cubrieron con una manta y fui observando los vidrios pintados del cielorraso del sanatorio. En el quirófano estaba mi médico, el lugar era viejo y muy iluminado.

Semidormida escuché tu voz en un llanto musical y claro. "¿Esa es ella?"-pregunté, y dije:" Qué hermosa voz tiene."La enfermera te mostró. Eras tan chiquita, tenías los ojos cerrados, gorrito, campera y pantalones, todo rosado, que te daban un aspecto  de muñeca.

Hacía frío y lloviznaba, atrás quedaba toda mi vida. Fuiste tan ciclópea que borraste todo mi pasado. Debajo de la frazada y envuelta en una mantita rosada buscabas mi teta con fervor, y podías ser un osito, un gatito, un monito, igual de indefensa e instintiva en el modo de nacer con tu cordoncito  recién cortado como cabo de calabaza. Te vi la boca y los ojos de mi viejo, no sé si era así pero el querer es caprichoso.

Me fui de alta un día antes, con el paso dolorido y vacilante, ayudada por el bastón que en vida usó tu abuelo. Llevaba orgullosa un ramo de rosas, y a vos envuelta  con una frazada térmica y en brazos de abuela Chichí.

Al principio dormías o llorabas. Por tres semanas, las más difíciles para los tres, te faltó leche y no nos dábamos cuenta.

Éramos tres ( CUATRO CON EL GATO); HASTA ESE MOMENTO TENÍA UNA IDEA SUPERFICIAL, EPIDÉRMICA de ser mamá. A esta palabra la usaba para llamar o reclamar a mi envejecida madre.

Y ahora era tu mamá, con cientos de dudas y debilidades, tratando de vencer el cansancio, de arroparte, de mostrarte lo más bello en el mundo para justificar el traerte.

Disfruté viendo como jugabas con tu papi, Javier, tierno y bueno como había sido siempre pero acompañado de su hija. Fuiste creciendo. Ahora tenés casi cinco meses. Es un comienzo. Es tu historia.

Estás aprendiendo a tocar, y sujetas todo con tus manitos regordetas. Podés estar horas moviendo y jugando con tus piececitos, y reís cuando escuchás trinar a los pájaros , al oír canciones que llevan siglos girando.

Es el principio y la vida te llevará por todos los estados, y el mundo abrirá su inmensa geografía ante tus ojos.

Amar es poder, aún cuando no lo sabemos.

Del dolor, la locura, el conflicto, el amar nos rescata y nos hace humanos. Lujancita; ¡Dios te dé  una larga vida! , y tal vez mañana entre tus brazos tengas un niño recién nacido con su cordoncito recién cortado como cabo de calabaza y yo pueda verlo.

Por Adriana Castellá Gamboa

Si quieres aprender a escribir, inscríbete ahora gratis  en nuestro Taller Literario haciendo clic aquí.