Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

La importancia del desayuno en nuestros hijos

Un buen desayuno es fundamental para el sano crecimiento de nuestros hijos o nietos, puesto que en la escuela, deben afrontar actividades que les significan una gran perdida de energía.


Para los niños que están en
edad escolar,
el desayuno es posiblemente el menú
más importante del día. Y es que después de ocho horas de sueños, esta comida es
la única que puede otorgar la provisión de energía necesaria para que los niños
puedan aprender y jugar sin dificultades.

Además, si una persona tiene el buen
hábito de desayunar durante su niñez, es muy posible que esto perdure a través
de su vida.


Por otra parte, son varios los estudios que indican que la omisión del desayuno
—o el consumo de un desayuno inadecuado— afecta en el rendimiento escolar, ya
que las insuficiencias producidas raramente se compensan con otros menús del
día, sobre todo en la actualidad, donde la mayor parte de los niños llevan una
dieta alimenticia inadecuada. En definitiva, un desayuno mal equilibrado, es
casi tan malo como no tomar ningún desayuno.


Sin carbohidratos y proteínas, los cuerpos de los niños no pueden obtener la
energía necesaria para mantenerse con ganas y buen humor para aprender y
practicar actividad física. Los chicos necesitan, antes de entrar a la escuela,
un desayuno que proporcione también una buena fuente de minerales, incluyendo el
cinc, el hierro y el calcio.


“El cereal con leche, un desayuno norteamericano que se ha puesto de moda entre
los chicos de hasta 12 años, es una comida bastante apropiada para ellos” dice
la doctora Mariela Goldman, una nutricionista que atiende en Buenos Aires.
“Sobre todo, si el cereal posee fibras y no contiene azúcar”.

Desayunos: los ingredientes imprescindibles


Aquí le mostramos que ingredientes no deberían faltar en el desayuno de sus
hijos.


1. Cereales preparados. Se pueden combinar cinco o seis variedades, algo que a
ellos les gustará mucho.


2. Leche, yogur u otros productos lácteos.


3. Jugos de frutas, que pueden estar congelados o disecados. De cualquier forma,
las frutas enteras tienen una fibra adicional.


4. Productos de grano: panes integrales, panecillos, tortillas y tostadas con
poca grasa.