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¿Por qué no nos permitimos vivir nuestra sexualidad en plenitud?

Ojos bien cerrados, la película póstuma de Stanley Kubrick, nos da cuenta de los miedos a la sexualidad y el erotismo. Y también de la necesidad de recuperar la idea del sexo como fuente de vitalidad y conexión interpersonal

 


¿Por qué el sexo nos resulta tan fascinante, provocativo, pero tan difícil de
llegar a ser gozado con facilidad y entusiasmo en la adultez? Muy posiblemente,
esto tenga que ver con nuestros propios conflictos psicológicos internos.

Existe
una inevitable tensión entre los placeres de nuestra sensualidad corporal, junto
con todo lo que implica nuestra propia imaginación erótica, frente a los tabúes
inherentes que la vida sexual moderna implica, que van desde las creencias
religiosas, hasta las presiones sociales, pasando por todo tipo de de pautas
restrictivas culturales.


La vida es una película


En la película del director Stanley Kubrick, “Ojos bien cerrados” se
ilustraba muy adecuadamente este aspecto cultural. Esta película, hace
referencia a nuestros miedos al erotismo, presentando a la sexualidad como una
fuerza destructiva, de las personas y de las parejas, que sólo genera oscuros
impulsos de celos y lujuria, así como de poder o posesión.

La película,
tristemente excelente, es un perfecto indicador de cómo la sociedad ha perdido
la idea positiva del erotismo, y sus capacidades de gozarlo como un éxtasis
divino, en pos de un concepto de sexualidad enfermizo.


“Ojos bien cerrados” transcurre entre los sueños y la realidad, la imaginación y
la concretas posibilidades social, mostrando el mensaje antisexual que
manifiesta nuestra sociedad: tanto el peligro, la degradación, como la muerte,
son lo que les espera a aquellos que se aventuren en la exploración erótica.


Así, el Dr. y la Sra. Bill, un triste pero "políticamente correcto" matrimonio,
desnudan sus pasiones por  medio de los celos, la posesión, y las obsesiones de
voyeurismo y exhibicionismo sexual. Cuando el Dr. Bill sospecha de las
infidelidades de su mujer, busca realizar una venganza con otro tipo de
aventuras sexuales extra-matrimoniales, lo que comenzará su tragedia.


Pero finalmente, la familia vuelve a juntarse, y se las ve realizando las
compras de Navidad, con su pequeña hijita. El Dr. y la Sra. Bill han vuelto,
así, a ser políticamente correctos, dejando de lado sus pasiones sexuales.


La película, entonces, exhibe de manera magnífica la actual lógica marital
valorizada por la sociedad: El sexo no se interpondrá más en su camino, y
mantendrán una relación asexuada y deshumanizada, pero muy lucrativa, que
contemple la traición, el engaño, y la humillación.


El film muestra también la forma actual de hacer el amor, que implica el uso del
cuerpo de otra persona como un medio para la masturbación personal, y su fuerza
se deriva de la posesión o la necesidad de experimentar sus propios gozos a
través de espiar al espectador.


Las restricciones a la sexualidad actual


Las vidas sexuales de los hombres y mujeres adultos, parecerían estar gobernadas
tanto por complejas corrientes inconscientes, así como por otro tipo de
deliberaciones más conscientes, que provocan que no sea fácil discernir si es
posible expresar su sexualidad en libertad y felicidad, -como una de las formas
más sagradas de interconexión humana-, o si estos impulsos deben ser negados,
pues representan acciones poco “altruistas”.


La mayoría de las historias de vida que se oyen a diario, dan vueltas alrededor
de este fundamental discernimiento, que también puede ser presentado cómo:

¿Puede nuestra sexualidad, nuestra capacidad de dar y recibir placer, ser
celebrado como la mejor fuente de salud, curación y felicidad, o sus energías
derivan inevitable en una forma de dominación, agresividad o explotación, y toda
su expresión siempre será cooptará o condenada por las fuerzas la hostilidad y
el miedo?


Este conflicto básico ha permanecido con los adultos de hoy desde el inicio de
su vida sexual. Pero nunca ha sido tan dramático como en este principio de
milenio.

Parecería no haber dudas de que, en esta sociedad, el sexo está,
evidentemente, fuera de la vida diaria. Esto se debe a que, en gran medida, los
occidentales han eliminado de las emociones y sentimientos espirituales más
profundas, el poder del  erotismo.


La intolerancia sexual


Es cierto que el sexo desfila por todas partes,  pero sólo como una titilación
permanente, carente de todo tipo de profundidad. Las fuerzas de la “intolerancia
sexual” aparecer para censurar cualquier tipo de material relacionado con el
sexo, pero, mientras tanto, este tipo de temática es cada vez más accesible en
los diversos medios. Sin embargo, ni unos ni otros parecen recabar en que el
erotismo más genuino ya se ha derribado.


De hecho, el sexo representado en la superficie cultural, al margen de todas las
condenas que provoca, sustituye, y priva a los adultos, de la verdadera
profundidad de su potencial erótico, que tiene relación con una búsqueda de gran
alcance y satisfacción de sus diversos placeres corporales.


La pasión sexual es bastante compleja, y las relaciones eróticas (con el desafío
constantemente de intimidad o cuidar con la satisfacción sensual) nunca son
fáciles.

Lo que la última película de Kubrick nos está preguntando es si es
necesario aceptar este mensaje “moralizador” de la sociedad, de que la
sexualidad alimenta el odio básico de nuestra humanidad, que sólo conduce al
desastre, y que, en última instancia, se debe elegir la muerte del deseo para
preservar la ley y orden de la pareja y la civilización.


El final de la película, se nos muestra una "orgía", en la cuál los hombres y
mujeres están escondidos detrás de varios tipos de  máscaras. Éste es,
exactamente, el "sexo" del principio de nuestro milenio. La idea de  que el
erotismo está cubierto por un manto de dominación, destrucción y muerte.


Se debe recuperar, entonces, la idea de concebir a la sexualidad como lo ha sido
siempre: una bendición de energías vitales, plenitud, y conexión terrenal con el
mundo y otras personas.